sábado, 31 de outubro de 2020
venres, 30 de outubro de 2020
xoves, 29 de outubro de 2020
Elsa Fernández-Santos: Adiós al Cristo de Pasolini
Si hay algo que me fascina de su cine [del de Pasolini] son los rostros de esos actores naturales que él encontraba en los barrios obreros y el campo, la sangre de una filmografía que bebe del documento etnográfico y que solo un genio absoluto como Abbas Kiarostami supo trascender con personajes así de poderosos ante una cámara.
No sé si Don Jacinto hubiese querido romper su rutina junto a su esplendoroso huerto para participar en una película de Pasolini, pero a principios de los años sesenta sí lo hizo Enrique Irazoqui, el joven español que protagonizó un clásico del cine europeo y una de mis películas favoritas, El Evangelio según San Mateo. Irazoqui falleció el pasado septiembre y admito que leer, entre la avalancha de noticias desgraciadas, que el Cristo de Pasolini había muerto me provocó especial pena, imagino que porque de niña me gustaba fantasear con aquel Jesús que hablaba mi idioma. El Evangelio según San Mateo le gustaba mucho a mi abuela paterna y aún recuerdo la impresión que me causó verla llorar ante la cara de aquel chico cejijunto y algo bizco que transmitía una autenticidad arcaica, una calma de otro tiempo. Irazoqui, que vivía en Cadaqués y acabó de profesor de literatura y árbitro internacional de ajedrez, apenas volvió a trabajar en el cine excepto en dos o tres películas circunstanciales, entre ellas Dante no es únicamente severo (1967), filme clave de la Escuela de Barcelona escrito y dirigido por Jacinto Esteva y Joaquín Jordà.
Hijo de un psiquiatra vasco y una empresaria italiana, en los sesenta había viajado a Italia para buscar apoyos en el extranjero para la lucha antifranquista. Fue así como acabó en casa de Pasolini, comunista expulsado del partido comunista y homosexual que nada más ver al imberbe español exclamó enloquecido que ahí estaba su Cristo. El chico se asustó y salió pitando de la casa. El resto es historia del cine. Irazoqui acabó aceptando y un ateo marxista rodó una película profundamente religiosa que, para descolocar aún más al personal, dedicó a “la feliz y familiar memoria del Papa Juan XXIII”. Toda la película, desde la María niña embarazada que abre su famoso primer plano, a la desgarrada imagen de la propia madre de Pasolini, Susanna, en la piel de María anciana, es de una belleza incomparable. Irazoqui no se libró de la ficha policial por haber trabajado “para una película comunista”, ni tampoco de la eternidad.
Artigo completo de Elsa Fernández-Santos, aquí (ICON 29.10.2020)
mércores, 28 de outubro de 2020
martes, 27 de outubro de 2020
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martes, 20 de outubro de 2020
Olga Novo: Anquises
luns, 19 de outubro de 2020
venres, 16 de outubro de 2020
mércores, 14 de outubro de 2020
martes, 13 de outubro de 2020
luns, 12 de outubro de 2020
domingo, 11 de outubro de 2020
Cabo Sunion
El cabo Sunio penetra en el mar Egeo, en el litoral de Grecia, y se alza 60 metros sobre este. Está a 65 kilómetros de Atenas, lo que implica un recorrido moroso y serpenteante por la costa de una hora y media en autobús. Es un sitio solicitado por los visitantes desde antiguo, porque su majestuosa altura está presidida por un templo dedicado a Poseidón. Ya Homero, en la Odisea, se refirió a este lugar como “sagrado”. La primera construcción en este emplazamiento privilegiado data de principios del siglo V antes de Cristo, pero los persas arrasaron el lugar antes de poder completarla. Sobre sus ruinas se erigió el templo actual, de estilo dórico, con un diseño períptero (rodeado por un peristilo exterior de 13 columnas en sus lados largos y seis en los cortos) y anfipróstilo (con dos pórticos en ambos extremos). Hoy solo quedan 16 de sus 38 columnas originales, pero estas aún conservan su característica blancura, ya que el mármol del que están hechas no contiene hierro. El Partenón de Atenas, por ejemplo, está fabricado con mármol pentélico, lo que provoca sus reflejos amarillentos y dorados.
Justamente la relación entre el Partenón y el templo de Sunio resulta muy remarcable. Es bien sabido que el emblema arquitectónico de Atenas está dedicado a la diosa Atenea, y fue erigido en época de Pericles (499-429 a.C.). Según el mito, Poseidón y Atenea se disputaron el dominio del Ática. Atenea ganó la batalla y por eso la capital de Grecia lleva su nombre, pero los griegos desagraviaron a Poseidón dedicándole el promontorio de Sunio.
Joan Garì en El País (03.06.2024)El País (03.06.2024)
sábado, 10 de outubro de 2020
Gilgamesh al morir su mejor amigo
Kevin, 19 años |
Irene Vallejo en El País (11.10.2020)