Alec Wainman tenía 23 años cuando llegó a la guerra civil. Dejó Oxford para conducir una ambulancia en el frente y empezó a hacer fotos. En 2005, por azar, Jeanne Griffiths, editora de Time-Life, encontró en el Soho la maleta que contenía su enorme colección fotográfica.
En 1975 un editor de Londres contactó con Wainman para publicar su colección fotográfica, la correspondencia de guerra y su dietario. Wainman le envió todo el material. Pero, enfermo de alzheimer, desde 1981 hasta su muerte en 1989, nunca volvió a ver su colección.
Fue su hijo John el que en 2013 pudo contactar con Griffiths, quien había rescatado de la casa del Soho del editor que acababa de morir, la maleta que contenía la inmensa colección fotográfica de Wainman.
Su historia es la de los cinco mil sanitarios de todo el mundo que vinieron a la guerra civil, en una nueva forma de organización humanitaria. Los cuáqueros fueron de las pocas organizaciones que trabajaron en las dos zonas.
Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como oficial de inteligencia en el Ejército británico en Italia y Austria. Emigró a Canadá en 1947 donde se incorporó a la Universidad de Columbia como catedrático de Estudios Eslavos. Allí impartió clases hasta su jubilación.
Al jubilarse escribió sus memorias. Tras su muerte en 1989, su hijo siguió recopilando las imágenes, su propio diario y la correspondencia. En 2019 editó un gran libro que recoge el impacto de nuestra guerra en toda una generación mundial: "Almas Vivas".
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