luns, 13 de marzo de 2023

Lorca y el mundo gay

Otro día, a solas con Penón (su amigo y Layton han salido), García Carrillo vuelve a evocar, durante quince mágicos minutos, al Lorca seductor de hermosos muchachos. Relata el norteamericano:
- Federico era un sinvergüenza -empieza diciéndome Pepe, utilizando el término con evidente aprobación-. Era un sinvergüenza y tenía una resistencia erótica formidable.

Una vez le visitó Federico en el campo, donde estaba con su madre. Pepe deseaba afeitarse y llamó al barbero. Éste mandó a su hijo, que tenía unos veinte años y era muy rudo, tipo campesino, fuerte y moreno. Federico abrió la puerta y volvió andando delante del chico, haciéndole enormes guiños a Pepe. Tenía los ojos en blanco y la boca abierta para expresar su admiración por el muchacho, que no podía ver los gestos porque estaba detrás.

Cuando el muchacho terminó de afeitar a Pepe, Federico insistió en que él también necesitaba afeitarse, pero no allí, en el estudio, sino en la habitación de Pepe, donde, dijo, podría lavarse mejor. Pepe temió por las intenciones de Federico, pero le dejó hacer. Al cabo de un rato vio salir al barberito cabizbajo. Luego vino Federico, todo sonriente y diciendo: "¿Me perdonas, Pepito, me perdonas?"

Solía decirle: "Pepito, todos los que tenemos lunares en la cara somos maricones. ¡Mira que tú tienes muchos!".

Ian Gibson: Lorca y el mundo gay (p. 324)



 

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A música calada, a soedade sonora