Este cuerpo que Dios pone en mis brazos para enseñarme a andar por el olvido, no sé ni de quién es. Al encontrarlo, un ángel negro, una gigante sombra, se me acercó a los ojos, y entró en ellos silencioso y tenaz igual que un río.
Emilio Prados
Este cuerpo que Dios pone en mis brazos para enseñarme a andar por el olvido, no sé ni de quién es. Al encontrarlo, un ángel negro, una gigante sombra, se me acercó a los ojos, y entró en ellos silencioso y tenaz igual que un río.
Emilio Prados
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