martes, 29 de novembro de 2022

Mapa do mundo segundo os peixes

A Terra ten 4.600 millóns de anos. Se este tempo o circunscribirmos a un século para que sexa máis comprensible, a vida chegou hai só 46 anos, as árbores apareceron hai 10 anos, os homes unicamente hai 4 horas, a revolución industrial comezou hai 1 minuto e, nese tiempo, xa levamos destruído o 50% dos bosques.


Un minet pour Matou

luns, 28 de novembro de 2022

Carlos Barral: Exterior del gato

Un home pasea o gato diante do Xardín de Luxemburgo (París)

    

    Ser el gato,
hacer un esfuerzo y ser el gato
transitorio del alba y en la cumbre
del mundo transitado, y presumible.
 
Ser por fuera del gato todo el gato posible
después del atigrado resplandor de la noche
última y la pasmada contracción felina.
Comenzar en el zinc al borde de las uñas,
en el cielo que escurre el canalón vacío
y en la flor espectral que crece entre las rejas.
 
El gato que despierta paso a paso las viejas
miserables espaldas de fábrica baldada
y el aire algodonoso de las ramas al suelo
y la tierra afeitada del muro hasta el camino
y hasta el bidón sonoro que su peso estremece.
 
Ser gato por fuera y tan cabal. Parece
que el mundo quepa dentro de esta pausa ondulada
precisa como un astro, que te llama
y a quien no negarás el pararte desnuda
donde nadie hubiera imaginado
 
aurora sobre el muro desconchado,
alba rosada sobre el gris de un gato,
con las puntas nocturnas de los pechos
apuntando a esos hombres cavilosos
que llegan tan despacio, pisando en las afueras.


sábado, 26 de novembro de 2022

Estatuetas de bronce de San Casciano dei Bagni

24 estatuas de bronce en perfecto estado, exvotos y otros objetos, junto con cinco mil monedas de oro, plata y bronce, fueron recuperadas del barro en la excavación de las antiguas termas de San Casciano dei Bagni, en la provincia de Siena, centro de Italia, lo que ha sido considerado uno de los hallazgos más significativos de la historia antigua.

"Un descubrimiento que reescribirá la historia y en el que ya están trabajando más de 60 expertos de todo el mundo", declaró el etruscólogo a cargo de la excavación, Jacopo Tabolli, al explicar los nuevos descubrimientos en excavación en la que se trabaja desde 2029 y que se ha convertido en el mayor depósito de estatuas de bronce de la época etrusca y romana jamás descubierto en Italia y uno de las más importantes de todo el Mediterráneo.

 

John Currin: Homemade Pasta (1999)

luns, 21 de novembro de 2022

Anna Magnani nunha trattoria romana coa noticia do asasinato de JFK (22.11.1963)

Hallazgo de la espectacular estatua de Mitra en una huerta de Cabra (1952)

 Francisco Castro y sus dos hijos Antonio y Francisco, de 14 y 11 años respectivamente, estaban en 1952 trabajando en una huerta, a unos dos kilómetros de Cabra (Córdoba), la antigua Igabrum romana, cuando el escardillo con el que abrían la tierra chocó contra una piedra blanca. “No era de la zona”, se dijeron. Empezaron a limpiarla y ante sus ojos apareció entonces una impresionante escultura romana, de casi un metro de altura, esculpida en mármol blanco del dios Mitra ―la tercera que se ha conserva en el mundo junto a las que se exhiben en los museos Vaticanos y Británico―, que provocó la admiración de expertos nacionales e internacionales.

Pero el dios con gorro frigio que hunde su daga en el cuello del buey, no fue lo único con lo que se toparon en los meses siguientes los tres egabrenses. Encontraron también el resto del conjunto escultórico de una villa romana del siglo III: una figura marmórea del dios Dioniso, otra de Eros Dormido y una tercera de un niño abrazando una liebre. [...]

Mitra era el dios de la luz solar, de origen persa, que fue adoptado por la religión romana. La escultura de Cabra representa a la deidad mientras sacrifica a un toro con un puñal, un perro lame la sangre del bóvido herido, un escorpión aguijonea sus genitales y una serpiente le muerde. La familia Castro, tras desenterrar la espectacular escultura, decidió meterla volteada bajo una higuera próxima. Pasaron los meses hasta que tuvieron un problema con otro vecino por las lindes de la huerta. El abogado municipal Rafael Moreno les ayudó y, entonces, Francisco Castro le hizo un inesperado regalo: el dios que habían ocultado bajo el árbol. Moreno entregó la obra de arte milenaria al Museo Arqueológico de Córdoba, donde hoy en día se expone.


Antonio Castro Rosa, uno de los hijos de Francisco, siguió con sus labores agrícolas y, a la vez, hallando nuevas y únicas piezas arqueológicas. Así desenterró, en lo que era el estanque de la villa, una representación del dios Baco, otra de Eros y una tercera de un niño con una liebre. El Eros dormido es un trasunto de la divinidad del amor y la felicidad, el Baco o Dionisos es una impresionante figura del dios del vino que se guarda en el Museo Arqueológico de Cabra y el niño corresponde a una escultura que incluye un hueco, ya que hacía las veces de surtidor de una fuente. Cuando esta última pieza fue hallada, la familia Castro se la regaló al entonces ministro franquista y secretario del Movimiento, José Solís, nacido en Cabra, que se la llevó directamente a su casa. Cuando falleció en 1990, la escultura fue heredada por su hija Sierra Solís Sedano, que la sacó a subasta en 2016 por 40.000 euros, pero la puja fue paralizada por las autoridades. A pesar de ello, se la vendió al coleccionista cordobés Francisco Cabello, al que el Ayuntamiento de Cabra se la compró por 30.000 euros en 2016. La figura, de 41 centímetros, se expone en el museo de la localidad.


En los años 1972, 1973 y 1981 se llevaron a cabo tres excavaciones en la parte urbana de la villa. Las villas romanas eran grandes explotaciones agrarias con una zona construida (pars urbana) que incluía el gran edificio donde residía el propietario. Las otras zonas se denominaban pars rustica (donde vivían los esclavos), fructuaria (almacenamiento) y espiritual. Las excavaciones de aquellos años se centraron, únicamente, en la pars urbana. [...]


Las investigaciones de los setenta tuvieron como objetivo encontrar el spelaeum, la habitación más importante de las que componían el mitraeum o lugar donde se daba culto, pero no tuvieron éxito. Por el contrario, lo que se halló fue un amplio patio interior porticado, con un estanque grande y otro menor, y algunas habitaciones de una gran casa romana. La alberca mayor, según los investigadores, se abastecía a través de una tubería de plomo procedente de algún manantial cercano.


La villa se alzaba con una sola planta. Se ha documentado que el edificio fue abandonado antes de su derrumbe final y que se llevaron posteriores actuaciones de saqueo. Así se rompieron y desperdigaron por las estancias los diversos elementos del estanque, los zócalos de mármol de las paredes fueron arrancados y las estatuas fueron “removidas o abatidas”. Después de este expolio, se produjo un incendio, accidental o provocado, y el techo calcinado se derrumbó.


“El conjunto escultórico que se localizó dentro del estanque central y, en sus inmediaciones, es verdaderamente excepcional. Probablemente, como ocurre en otras villas de estas características, las esculturas fueron ocultadas en su interior cuando el edificio fue saqueado”, explica Moreno.

Artigo completo de Vicente G. Olaya (EP, 21.11.2022)

xoves, 17 de novembro de 2022

Centenario de Proust

Le 18 novembre 1922 décès au 44 rue de l'Amiral-Hamelin à Paris de Marcel Proust écrivain, il est inhumé dans la 85ème division du cimetière du Père Lachaise. La tombe a été refaite, la sépulture originale a été détruite lors d’un attentat visant une tombe voisine.

Esquela

martes, 15 de novembro de 2022

Eugénio de Andrade: Prefácio a Os amantes sem dinheiro, 1950

 É todo um mundo confuso, de penetração difícil, tanto mais difícil quanto mais pretendo pô-lo claro, transparente. Não sei se houve primeiro lágrimas ou o som do harmónio. Em todo o caso lembro-me de duas casas — uma na Eira, outra no Adro. Sei que as lágrimas e as estrelas eram na casa da Eira e a música do harmónio na casa do Adro.

Minha mãe disse-me que eu nasci na casa do Adro, e só um pouco mais tarde, quando a família a abandonou de todo, nos mudámos para a casa da Eira. Ambas eram casas pequenas, térreas, com duas divisões, mais que suficientes para mãe e filho viverem. Ainda há poucos anos vi essas casitas onde eu e a mãe começámos a ser um do outro, e pareceram-me incrivelmente pequenas, mais pequenas mesmo que certas salas de brinquedos que os meninos ricos têm na cidade.

Em frente da porta de entrada havia uma arca enorme. Sei que nessas arcas arrumam os pobres tudo o que têm: a roupa do corpo, a roupa da cama, o milho para moer, o pão e a faca embrulhados num pano de linho grosseiro. Lembro-me do cheiro que sai da arca ao abrir — é um cheiro forte, são, de frutos naturais que a terra dá.

Ora um dia, quando me aproximei da arca — sabe-se lá se para dar a entender a minha mãe que queria pão — estava lá em cima uma coisa que eu nunca tinha visto. Em bicos de pés, deitei-lhe a mão e puxei. Então o que sucedeu foi maravilhoso: de dentro saiu um som bonito, mais bonito ainda do que a voz de minha mãe, que certamente eu já ouvira cantar. E talvez não, talvez eu não tivesse ouvido ainda minha mãe cantar. A mãe era nesse tempo uma mulher triste.

Da casa da Eira só me lembro do quartito que dava para a cozinha. Um tabique separava-nos da casa da Ti Ana, uma velhota a quem minha mãe às vezes me deixava a guardar. Foi nesse quarto que a mãe me ensinou a rezar:

Senhora Sant’Ana,

Tapai-me cum véu,

que eu sou pequenino,

levai-me prò Céu.

Mas eu gostava mais de me meter com a velhota do que das orações:

— Ó Ti Ana! Ti Ana!

Faça-me um favor!

Que é? — perguntava a boa mulher, fingindo ignorar a resposta:

— Empreste-me a pele

pra fazer um tambor!

Mas isso foi bastante depois. Antes das orações e das brincadeiras com a Ti Ana, lembro-me das lágrimas. Nunca mais voltei a chorar assim.

Certa manhã acordei sozinho em casa. Acordei a chorar. — Ó mãe, mãe… — Mas a mãe não vinha. Não havia mãe. Havia só a porta fechada. — Ó mãe, mãe… — E a casa deserta. Pelas frinchas largas da porta via a manhã lá fora. Era uma manhã de sol quente, talvez de julho, talvez de agosto. Devia haver medas de palha na eira em frente. Mas os meus olhos mal viam, estavam rasos de água e de angústia. — Ó mãe, mãe… — E de repente, na manhã clara, começaram a cair estrelas pequeninas, estrelas verdes, vermelhas, estrelas de oiro. As lágrimas caíam-me pela cara. — Ó mãe, mãe… — O nariz esmagado contra a porta, os olhos muito abertos, vendo através das frinchas as estrelas caindo, umas atrás das outras. — Ó mãe, mãe…

E ninguém me abriu a porta para apanhar as estrelas. Nem mesmo tu, mãe, pois a essas horas andavas a ganhar o pão para a boca daquele que hoje te oferece estes versos.

luns, 14 de novembro de 2022

Pissarro: ‘Rue Saint-Honoré pola tarde. Efecto de chuvia’


Un nuevo capítulo (que no el último) de la historia del pissarro expoliado por los nazis que cuelga desde 1993 en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, se ha escrito este lunes en un juzgado de Pasadena (California). Las partes se han visto otra vez ante el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito, con jurisdicción sobre la costa Oeste de Estados Unidos, en el litigio que enfrenta desde hace 17 años a la fundación española y a los herederos de Lilly Cassirer, a quien le fue arrebatada en Berlín en 1939 la obra maestra impresionista Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia como impuesto revolucionario para escapar a su suerte como judía durante el Holocausto.

O pissarro do Thyssen no salón da casa de Lilly Cassirer en Berlín nos años 1930

La mano de Irulegui

Una excavación llevada a cabo en el Poblado de Irulegui ha permitido localizar una mano de bronce del siglo I a.C. con la inscripción en lengua vascónica más antigua que se conoce hasta la fecha.

'Sorioneku' (de buena fortuna) es la primera de las cinco palabras que ha podido ser descifrada, en la que ya se conoce como la 'mano de Irulegui'. Se trata de una representación en bronce de esa extremidad, diseñada para colgar en la puerta de entrada de una casa, a modo de objeto ritual protector del hogar.

Su antigüedad, primer tercio del siglo I a.C., la convierte en un hallazgo excepcional, ya que se trata del documento más antiguo y también el más extenso escrito en lengua vascónica que se conoce hasta la fecha. Junto a otros hallazgos, viene a confirmar el uso de la escritura por parte de los antiguos pobladores de esta zona. Estos utilizaban para ello una variante específica del signario íbero conocida como 'signario vascónico'.

La 'mano de Irulegui' fue hallada el 18 de junio de 2021, junto a la entrada de una de las viviendas excavadas en el yacimiento. Pero la inscripción no ha sido descubierta hasta el pasado 18 de enero de 2022, cuando se iniciaron las labores de limpieza y restauración de la pieza.

La pieza en cuestión es una lámina de bronce, cuya pátina contiene un 53,19% de estaño, un 40,87% de cobre y un 2,16% plomo, algo que es habitual en aleaciones antiguas. El objeto está recortado para representar la forma de una mano derecha algo esquemática, pero de tamaño natural. La lámina es lisa en el lado de la palma, pero en el lado del dorso presenta la forma de las uñas, aunque no se han conservado, debido a su fragilidad, las correspondientes a los dedos anular, corazón e índice. Sus medidas actuales son 143,1 mm de altura, un grosor de 1,09 mm y una anchura de 127,9 mm. Su peso alcanza 35,9 g.

En el centro del extremo cercano a la muñeca presenta una perforación de 6,51 mm de diámetro, producida al clavar la pieza en un soporte blando, probablemente de madera, ya que la ausencia de huellas de abrasión en la perforación indica que no estuvo colgada, sino clavada.

La inscripción consta de cinco palabras (40 signos) distribuidas en cuatro líneas. El alfabeto empleado para escribir el texto pertenece a la familia de los semisilabarios ibéricos. Pero presenta algunas características que llevan a catalogarla como un subsistema específico del territorio vascón, entre ellas el uso del signo T, no presente en otros subsistemas.

La traslación de la inscripión al alfabeto latino es la siguiente:

sorioneku · {n}

tenekebeekiratere[n]

oTirtan · eseakari

eraukon ·

Destaca el parecido entre la primera palabra -sorioneku- y el vocablo vasco zorioneko (de buena fortuna, de buen agüero). El resto de la inscripción no ha podido ser descifrada hasta el momento.

Artigo completo, aquí

sábado, 12 de novembro de 2022

Santaballa: Pedra Chantada do Carrizo

As pedras chantadas ou menhires son monumentos megalíticos erixidos por grupos de campesiños prehistóricos hai uns cinco mil anos. Pena Chantada de Santaballa ten unha forma fálica ou antropomorfa, máis visible na súa cara norte. O seu simbolismo pódese relacionar co culto ás encrucilladas.

O menhir está realizado sobre un bloque de cuarcita que foi trasladado desde os afloramentos que se sitúan a algo máis de 500 metros. Rolda os dous metros de altura e ten unha sección cuadrangular na maior parte da súa alzada. Na parte superior atópase unha especie de entalladura a partir da cal se desenvolve unha forma arredondada que configura a súa forma fálica. É un dos poucos menhires recoñecidos como tales en Galiza.

Atópase aproximadamente no centro dun numeroso grupo de enterramentos megalíticos que se distribúen ao longo dun camiño antigo, convertido en Camiño Real durante o século XVIII. Tamén vén marcar o límite das antigas áreas de cultivo respecto da inculta gándara.

A súa simboloxía relaciónase cos gardiáns dos camiños que protexen aos vivos das almas que pola noite vagan polos carreitos, podendo constituír os antecedentes prehistóricos dos cruceiros.

venres, 11 de novembro de 2022

Abominables

Rarezas

 Adquirí en un desguace el retrovisor muy artístico de un coche antiguo. Al llegar a casa, me di cuenta de que sólo reflejaba el pasado. Lo coloqué en el cuarto de baño, junto al espejo frente al que me afeito, de modo que al desviar un poco la vista me veía de joven, afeitándome también, aunque en blanco y negro. De joven me afeitaba en blanco y negro y ahora en colores, supongo que por la influencia del cine. Cogí la costumbre de llevarme el retrovisor a todas partes para ver simultáneamente lo que hago ahora y lo que hacía entonces en la misma situación. Así, a veces me sentaba en un parque infantil que hay cerca de casa y al tiempo de ver columpiándose a los niños actuales, veía cómo se columpiaban mis hijos cuando eran pequeños y me veía a mí mismo vigilando sus movimientos para que nada malo les ocurriera. Los parques infantiles de entonces no disponían de las seguridades de los más recientes.

Me lo llevaba también al restaurante, lo colocaba junto al plato y, al tiempo de saborear el menú del día actual, recordaba mis gustos culinarios remotos. Masticaba la carne con el mismo gesto concentrado y triste con el que ahora trituro las verduras. Al acostarme, lo ajustaba a la mesilla de noche y veía que el pánico al insomnio con el que me introducía entonces en la cama se parecía mucho al miedo a no dormirme que me acomete todavía hoy, pese a los somníferos de última generación. No me atreví a sustituir en el coche el moderno retrovisor por el antiguo por miedo a tener un accidente retroactivo al confundir el tráfico del presente con el de aquellos años.

El espejo, en fin, daba mucho juego. Pensé incluso en guardarlo para que lo pusieran en mi ataúd, de forma que pudiera contemplar a su través mis anteriores muertes. Pero, tras desechar la idea, volví al desguace y lo abandoné donde lo había cogido.

Juan José Millás: "Rarezas" (EP, 11.11.2022)

xoves, 10 de novembro de 2022

Luz Sánchez-Mellado: Mi tío José Luis

 José Luis Bonilla Bonilla era pastor, como su padre y su abuelo. Nacido en Paredes de Sigüenza, provincia de Guadalajara, y criado en Marazovel, provincia de Soria, José Luis vivió toda su vida en un radio de 50 kilómetros, de taina en taina y de pueblo en pueblo, allí donde lo llevara el oficio desde que lo echaran al campo a ganarse las hogazas a los 14 años. Cuarto hijo y primer varón de las siete criaturas que trajeron al mundo Paco y Maximina, ama de su casa y lavandera para la calle, la muerte por males de miseria de las dos mayores antes de tener uso de razón siquiera dejó a José Luis como hombrecito de la casa solo por detrás de su hermana Paquita, enviada a servir a Madrid en cuanto aprendió las cuatro reglas; a oír, ver y callar, y a trabajar como una mula. Así, deslomándose a madrugones y caminatas entre nevadas y calimas, pasó José Luis su adolescencia, su juventud y sus primeros años de la edad madura. Solo. Sobrio. Seco. Duro por fuera y tierno por dentro. Saliendo de sol a sol con las ovejas y los perrillos y volviendo a dormir, si volvía, a casa de los amos. Oreándose algún domingo por la tarde en algún local de Soria del que salía más contento de lo que había entrado. Contándoles un par de veces al año por carta sus alegrías a los suyos. Sus penas, si las tenía, se las callaba.

En Navidad, metía dos hatos en su maletilla, cogía el tren y se iba a la capital a ver a sus hermanos cargado de caramelos para sus sobrinos. Les pedía que lo sacaran de paseo. Los invitaba a tantos refrescos como él botellines. Los llevaba a la cabalgata de Reyes, les dejaba lo que le hubieran pedido: unos Levi’s, una bici, una cocinita con todos sus avíos, y se despedía hasta el año siguiente, si Dios quería. Así hasta que, a los 42 años, se lo llevara por delante un mal síncope una noche de verano. Fueron los hijos de sus últimos patronos quienes lo velaron amorosamente antes de que llegara de lejos la familia y de que a su anciana madre, Maximina, la fulminara un infarto en pleno sepelio, en uno de esos dramones que no aparecen en los medios. Paco y Maximina eran mis abuelos. Paquita, mi madre. José Luis, el mayor de mis tíos de esa rama. Tendría ahora 72 años si no llevara más de 30 enterrado. Fue, fueron, las suyas unas de esas vidas sordas e invisibles sin más eco que el recuerdo de sus deudos. Nunca nadie dijo nada en su memoria, más allá del cura bisbiseando su nombre en las misas de difuntos pagadas por los suyos. Valgan estas líneas, tarde mal y nunca, para repararlos.

Columna de Luz Sánchez-Mellado: Mi tío José Luis (EP 10.11.2022)

A música calada, a soedade sonora