luns, 21 de novembro de 2022

Hallazgo de la espectacular estatua de Mitra en una huerta de Cabra (1952)

 Francisco Castro y sus dos hijos Antonio y Francisco, de 14 y 11 años respectivamente, estaban en 1952 trabajando en una huerta, a unos dos kilómetros de Cabra (Córdoba), la antigua Igabrum romana, cuando el escardillo con el que abrían la tierra chocó contra una piedra blanca. “No era de la zona”, se dijeron. Empezaron a limpiarla y ante sus ojos apareció entonces una impresionante escultura romana, de casi un metro de altura, esculpida en mármol blanco del dios Mitra ―la tercera que se ha conserva en el mundo junto a las que se exhiben en los museos Vaticanos y Británico―, que provocó la admiración de expertos nacionales e internacionales.

Pero el dios con gorro frigio que hunde su daga en el cuello del buey, no fue lo único con lo que se toparon en los meses siguientes los tres egabrenses. Encontraron también el resto del conjunto escultórico de una villa romana del siglo III: una figura marmórea del dios Dioniso, otra de Eros Dormido y una tercera de un niño abrazando una liebre. [...]

Mitra era el dios de la luz solar, de origen persa, que fue adoptado por la religión romana. La escultura de Cabra representa a la deidad mientras sacrifica a un toro con un puñal, un perro lame la sangre del bóvido herido, un escorpión aguijonea sus genitales y una serpiente le muerde. La familia Castro, tras desenterrar la espectacular escultura, decidió meterla volteada bajo una higuera próxima. Pasaron los meses hasta que tuvieron un problema con otro vecino por las lindes de la huerta. El abogado municipal Rafael Moreno les ayudó y, entonces, Francisco Castro le hizo un inesperado regalo: el dios que habían ocultado bajo el árbol. Moreno entregó la obra de arte milenaria al Museo Arqueológico de Córdoba, donde hoy en día se expone.


Antonio Castro Rosa, uno de los hijos de Francisco, siguió con sus labores agrícolas y, a la vez, hallando nuevas y únicas piezas arqueológicas. Así desenterró, en lo que era el estanque de la villa, una representación del dios Baco, otra de Eros y una tercera de un niño con una liebre. El Eros dormido es un trasunto de la divinidad del amor y la felicidad, el Baco o Dionisos es una impresionante figura del dios del vino que se guarda en el Museo Arqueológico de Cabra y el niño corresponde a una escultura que incluye un hueco, ya que hacía las veces de surtidor de una fuente. Cuando esta última pieza fue hallada, la familia Castro se la regaló al entonces ministro franquista y secretario del Movimiento, José Solís, nacido en Cabra, que se la llevó directamente a su casa. Cuando falleció en 1990, la escultura fue heredada por su hija Sierra Solís Sedano, que la sacó a subasta en 2016 por 40.000 euros, pero la puja fue paralizada por las autoridades. A pesar de ello, se la vendió al coleccionista cordobés Francisco Cabello, al que el Ayuntamiento de Cabra se la compró por 30.000 euros en 2016. La figura, de 41 centímetros, se expone en el museo de la localidad.


En los años 1972, 1973 y 1981 se llevaron a cabo tres excavaciones en la parte urbana de la villa. Las villas romanas eran grandes explotaciones agrarias con una zona construida (pars urbana) que incluía el gran edificio donde residía el propietario. Las otras zonas se denominaban pars rustica (donde vivían los esclavos), fructuaria (almacenamiento) y espiritual. Las excavaciones de aquellos años se centraron, únicamente, en la pars urbana. [...]


Las investigaciones de los setenta tuvieron como objetivo encontrar el spelaeum, la habitación más importante de las que componían el mitraeum o lugar donde se daba culto, pero no tuvieron éxito. Por el contrario, lo que se halló fue un amplio patio interior porticado, con un estanque grande y otro menor, y algunas habitaciones de una gran casa romana. La alberca mayor, según los investigadores, se abastecía a través de una tubería de plomo procedente de algún manantial cercano.


La villa se alzaba con una sola planta. Se ha documentado que el edificio fue abandonado antes de su derrumbe final y que se llevaron posteriores actuaciones de saqueo. Así se rompieron y desperdigaron por las estancias los diversos elementos del estanque, los zócalos de mármol de las paredes fueron arrancados y las estatuas fueron “removidas o abatidas”. Después de este expolio, se produjo un incendio, accidental o provocado, y el techo calcinado se derrumbó.


“El conjunto escultórico que se localizó dentro del estanque central y, en sus inmediaciones, es verdaderamente excepcional. Probablemente, como ocurre en otras villas de estas características, las esculturas fueron ocultadas en su interior cuando el edificio fue saqueado”, explica Moreno.

Artigo completo de Vicente G. Olaya (EP, 21.11.2022)

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