xoves, 28 de outubro de 2021

Eduardo Pondal: Meniña, rapaza nova



Meniña, rapaza nova,
Ou rosa de Corcoesto;
Que te brandeas con gracia,
Aos doces sopros do vento:
S'é certo que por ti vivo
S’ é certo que por ti peno;
Se tan doce e dadivosa,
Como din que es, é certo;
Cúrame, ou rapariga,
Estas saudades que teño:
Estas saudades da alma,
De non sei que, que padezo;
Ti tes dos meus males a doce          [menciña,
Ou rosa de Corcoesto.

sábado, 23 de outubro de 2021

Sargadelos no Museo do Romantismo


 Plato de la Real Fábrica de Sargadelos, con forma circular y borde tetradecagonal. El ala está decorada con orla isabelina estampada en azul, y el centro, en negro sobre blanco, con una escena de paisaje en la que se distingue un gran monumento con alas laterales con columnatas, junto a unos árboles bajo celaje de nubes. En primer plano, calesa tirada por un jinete.

Por las características de la pieza, pertenece a la tercera época de Sargadelos, (1845-1862), la mejor de la fábrica y la más productiva. En ella la locería estuvo arrendada a la sociedad santiaguesa de Luis de la Riba y Compañía, que importó operarios ingleses, modernizó las instalaciones y en 1847 nombró director a Edwin Forester, procedente de Staffordshire. Bajo su égida se fabricaron grandes cantidades de vajillas y piezas de uso de todo tipo, de loza blanca de calidad.
En 1855 se introduce la loza fina feldespática, caracterizada por llevar en su composición una mayor cantidad de fundentes, lo que daba lugar a una pasta muy blanca, fina y resistente, con un vidriado transparente, espeso y muy brillante. Se fabrica por primera vez en la región de Staffordshire en 1820, desde donde se extiende rápidamente a otros centros, entre ellos Sargadelos, donde recibe el nombre de "Semi china" o "China opaca". Así lo atestigua la marca "SEMI CHINA" estampada en negro, en semicírculo, junto al solero de este plato.
Desde el punto de vista de la decoración, esta pieza, de la que el Museo de Bellas Artes de Asturias conserva otro ejemplar, pertenece a la Serie "Vistas Reales", que tiene su origen en Staffordshire en el siglo XVIII, donde se adaptan por primera vez a la cerámica los grabados de los viajeros románticos ingleses y franceses que ilustraban publicaciones de la época como álbumes y libros de viaje. Sargadelos, al igual que otras fábricas, también produjo loza decorada con paisajes y vistas reales. Dentro de éstas destaca la subserie "Vistas de Cuba", a la que pertenece esta pieza, con imágenes extraídas en su mayor parte de grabados originales del francés Fredéric Mialhe y su compilación "Isla de Cuba pintoresca", realizado entre 1839 y 1842. Según Marcos Buelga, y por su comparación con piezas iguales, la fuente iconográfica de la vista "Casa de Parada en el Sitio de los Almacenes del Camino de Hierro" es de origen desconocido, aunque la señala como atribuible a la serie "Paseo pintoresco por la Isla de Cuba", de Fernando de la Costa y Laureano Cuevas, realizada en 1841.
El ala del plato aparece decorada con la "orla isabelina", copia de la que decoraba las piezas de algunas series de la manufactura inglesa Copeland & Garret. En Sargadelos recibe dicha denominación por la época en la que se empleó y porque era la orla que decoraba las piezas de la vajilla que la fábrica regaló a Isabel II. Se estampó en piezas de las series del Quijote, vistas reales y vistas imaginarias, y se hizo en azul, rosa, negro, verde, violeta o marrón. En este caso, está estampada en azul y se aprecia perfectamente la unión de la orla por causa de la transferencia del motivo.
La Real Fábrica de Sargadelos marcó sus productos como seña de identidad. Se utilizaron varias marcas, y concretamente en la tercera etapa, observamos el uso preferente de la consistente en una corona real rodeada de la inscripción "REAL FÁBRICA/SARGADELOS", que es la que presenta este plato y que también se utilizó en la cuarta etapa. Podía ir sola o acompañada de otras como por ejemplo números, que harán referencia a la producción o a algún control de operarios.

venres, 1 de outubro de 2021

Rosa Branco: Poemas para escolha.



Onde não haja eira nem jeira
nem folha de figueira
nem pedra de sal
nem coisa que faça mal
só um raminho de vento
para nos salvar.



Dormíamos por cima das galinhas
à beira das pombas
das pilhas de lenha que chegavam à janela
com os cheiros de maio.
Às vezes um trovão
fazia o santo levantar da cama
tomar o café à pressa
meter-se ao caminho para afastar a tempestade
do medo dos coelhos e da avó.
Lembro-me da trança balouçando
à luz da lamparina
da prece espalhada pelo quarto
e eu encolhida no calor da cama
para não ouvir ladrar os cães da noite
sem saber que um santo os levava para lá do monte
onde nunca houve eira nem jeira
nem folha de figueira
nem o tempo que nos conta os dias
só um ramo de vento que floresce à janela
por entre a cinza da madeira
e o amor da Avó.


A música calada, a soedade sonora