venres, 29 de novembro de 2019

Cunqueiro: Poema de Cantiga nova que se chama riveira

 8

Hai unha illa louvada
alá no fondal do mar.
Ten bois da color do tempo
e pastoras de cristal.

Ten un río de paxaros
que desemboca en canción.
Paxaros mornos de illa
con os seus niños no sol.

Ten lúa nova e crecente
e ollos pra dicir ai lá!
A boca tena pechada
para vendimas de sal.

E ten un cabelo novo,
ai amor! que pelo ten.
Cheiro profundo de alga
e sabor lindo de mel.

Hai unha illa louvada
Alá no fondal do mar.
Navegada de luceiros
na noite nácelle o van.

domingo, 24 de novembro de 2019

Cunqueiro: Un hombre que se parecía a Orestes







 - Ha llegado a la ciudad un hombre que se parece a Orestes.


- A Orestes sólo se parece Orestes.


- Luego ha llegado Orestes.

xoves, 14 de novembro de 2019

EXB

Dettagli



Querela polo botín entre Agamenón e Aquiles

Mirándole con torva faz, exclamó Aquiles, el de los pies ligeros: «¡Ah, impudente y codicioso! ¿Cómo puede estar dispuesto á obedecer tus órdenes ni un aqueo siquiera, para emprender la marcha ó para combatir valerosamente con otros hombres? No he venido á pelear obligado por los belicosos teucros, pues en nada se me hicieron culpables—no se llevaron nunca mis vacas ni mis caballos, ni destruyeron jamás la cosecha en la fértil Ptía, criadora de hombres, porque muchas umbrías montañas y el ruidoso mar nos separan,—sino que te seguimos á ti, grandísimo insolente, para darte el gusto de vengaros de los troyanos á Menelao y á ti, cara de perro. No fijas en esto la atención, ni por ello te preocupas, y aun me amenazas con quitarme la recompensa que por mis grandes fatigas me dieron los aqueos. Jamás el botín que obtengo iguala al tuyo cuando éstos entran á saco una populosa ciudad: aunque la parte más pesada de la impetuosa guerra la sostienen mis manos, tu recompensa, al hacerse el reparto, es mucho mayor; y yo vuelvo á mis naves, teniéndola pequeña, pero grata, después de haberme cansado en el combate. Ahora me iré á Ptía, pues lo mejor es regresar á la patria en las cóncavas naves: no pienso permanecer aquí sin honra para proporcionarte ganancia y riqueza.»

Contestó el rey de hombres Agamenón: «Huye, pues, si tu ánimo á ello te incita; no te ruego que por mí te quedes; otros hay á mi lado que me honrarán, y especialmente el próvido Júpiter. Me eres más odioso que ningún otro de los reyes, alumnos de Jove, porque siempre te han gustado las riñas, luchas y peleas. Si es grande tu fuerza, un dios te la dió. Vete á la patria, llevándote las naves y los compañeros, y reina sobre los mirmidones; no me cuido de que estés irritado, ni por ello me preocupo, pero te haré una amenaza: Puesto que Febo Apolo me quita á Criseida, la mandaré en mi nave con mis amigos; y encaminándome yo mismo á tu tienda, me llevaré á Briseida, la de hermosas mejillas, tu recompensa, para que sepas cuánto más poderoso soy y otro tema decir que es mi igual y compararse conmigo.»

[...]

El hijo de Peleo, no amainando en su ira, denostó nuevamente al Atrida con injuriosas voces: «¡Borracho, que tienes cara de perro y corazón de ciervo! Jamás te atreviste á tomar las armas con la gente del pueblo para combatir, ni á ponerte en emboscada con los más valientes aqueos: ambas cosas te parecen la muerte. Es, sin duda, mucho mejor arrebatar los dones, en el vasto campamento de los aqueos, á quien te contradiga. Rey devorador de tu pueblo, porque mandas á hombres abyectos...; en otro caso, Atrida, éste fuera tu último ultraje. Otra cosa voy á decirte y sobre ella prestaré un gran juramento: Sí, por este cetro que ya no producirá hojas ni ramos, pues dejó el tronco en la montaña; ni reverdecerá, porque el bronce lo despojó de las hojas y de la corteza, y ahora lo empuñan los aqueos que administran justicia y guardan las leyes de Júpiter (grande será para ti este juramento). Algún día los aquivos todos echarán de menos á Aquiles, y tú, aunque te aflijas, no podrás socorrerles cuando sucumban y perezcan á manos de Héctor, matador de hombres. Entonces desgarrarás tu corazón, pesaroso por no haber honrado al mejor de los aqueos.»

Ilíada I, 148-244

martes, 12 de novembro de 2019

Beata Stankiewicz: Wisława Szymborska



[...] El mundo es cruel, pero merece también otros calificativos más compasivos. Si únicamente fuera cruel, la gente hace mucho que no estaría aquí. Habría aquí y allá algunos escombros y crecerían algunas plantas. Plantas anónimas, porque no habría nadie que les diese nombre.

W. Szymborska en Babelia (05.12.2009)


sábado, 9 de novembro de 2019

Francisco Losada: Allariz (ca. 1955)

A uma ovelha

 
Entre as meigas ovelhas pobrezinhas
Que eu guardo pelos montes, uma existe
Que anda longe, balindo, sempre triste
E vive só das ervas mais sequinhas.

Que pressentes na alma? Que adivinhas?
Etérea voz de dor acaso ouviste?
Que foi que tu nas nuvens descobriste?
Não és irmã das outras ovelhinhas!

Sobes às altas fragas inclinadas,
E contemplas o sol que desfalece
E as primeiras estrelas acordadas...

E assim ficas a olhar o céu profundo;
Faminta dessa relva que enverdece
Os outeiros e os vales do Outro Mundo.

Teixeira de Pascoaes: Vida etérea (1906)

Lugo: Vista da estación e cidade

xoves, 7 de novembro de 2019

Palma (Mallorca)

Lawrence Schimel: Cuidador de mascotas

Florian Hetz: Pierre

  Hay que girar la llave hasta coger el punto exacto, pero al final consigo abrir la puerta. Uno de los gatos me está esperando justo al otro lado del rellano, pero al ver que soy yo y no mi amiga, su ama, se da la vuelta y desaparece por el piso.

  Entro y cierro. Dejo mis cosas en la mesa del recibidor.
Me siento raro, como si estuviera haciendo algo ilícito.
  Pongo más comida seca en su cuenco, les cambio el agua, limpio la bandeja de arena que está en el baño.
  Mi amiga me ha pedido que también les dé cariño —esa es la parte que me hace sentir más extraño—. Me siento en
su cama, imaginando que vendrán. Supongo que se tomarán su tiempo. Mientras espero, echo un vistazo a la habitación. Tiene una cesta para la ropa sucia, y encima hay unos calzoncillos. Son de su novio, con quien está ahora de viaje en Palencia para pasar la Semana Santa con sus padres. Los gatos no acuden. Me pongo de pie y me acerco a la cesta.
  Cojo los calzoncillos, me los llevo a la nariz: sí, aún huelen a él. Ese olor agradable del sudor dulce de los huevos.
  Tengo la polla tiesa. Inhalo de nuevo, tocándome el paquete.
  Cuando abro los ojos, los dos gatos están delante, mirándome.
  Menos mal que no podrán contarle nada a mi amiga.

mércores, 6 de novembro de 2019

Mário Novais: Rossio



ca. 1938

1942
"Al lugar en que has sido feliz no debieras tratar de volver", dijo el maestro.
"No estoy de acuerdo. Debes saber volver. Y cuándo hacerlo", dijo uno que volvió.

A música calada, a soedade sonora