sábado, 27 de xaneiro de 2018

Roberto Bolaño



 "Si hubiera podido escoger, probablemente ahora sería un caballero rural belga, de salud de hierro, solterón, asiduo a burdeles de Bruselas, lector de novelas policiales, y que derrocharía, con sentido común una riqueza acumulada durante generaciones. (...) Pero soy chileno, de clase media baja y vida bastante nómada, y probablemente lo único que podía hacer era convertirme en escritor, acceder como escritor y sobre todo como lector a una riqueza imaginaria, ingresar como escritor y como lector en una orden de caballería que creía llena de jóvenes, digamos, temerarios, y en la que finalmente, ahora, a los 48 años, me encuentro solo".

sábado, 20 de xaneiro de 2018

De Piedad Bonnett

 ORACIÓN

Para mis días pido, Señor de los naufragios, no agua para la sed, sino la sed, no sueños sino ganas de soñar. Para las noches, toda la oscuridad que sea necesaria para ahogar mi propia oscuridad.

luns, 15 de xaneiro de 2018

George Silk: Country Boy (1940s)

Esperto e Adrián está sentado aos pés da cama.

Case sempre discutimos sobre as mesmas cousas, unha e outra vez.

Evitamos falar do importante.

Falo do que vin, do que lin, case nunca daquilo que toquei. 

Ivan baixou mercar pan e dámo aos poucos na boca.

Pedimos comida por teléfono. Fóra comeza unha manifestación.

Se non falamos das cousas importantes se cadra é porque vivimos xuntos.

Porque hai momentos en que os nosos corazóns baten dentro do mesmo cuarto e o meu estómago vaise enchendo de pan.

O mundo respira. Discutimos.

Entón pregunto:

De que cor terán os ollos os fillos cos que soñei?

E comezamos outra conversa.

Ismael Ramos: "Un poema novo", en Lixeiro

domingo, 14 de xaneiro de 2018

Almudena Grandes: Los besos en el pan (2015)


Cuando se caía un trozo de pan al suelo, los adultos obligaban a los niños a recogerlo y a darle un beso antes de devolverlo a la panera, tanta hambre habían pasado sus familias en aquellos años en lo que murieron todas esas personas queridas cuyas historias nadie quiso contarles.

martes, 9 de xaneiro de 2018

Chéviro (09.01.1983)

 Con la muerte del Chéviro, un viento de tristeza y melancolía apareció sobre la aldea, y la ciñó como un cinturón de cuerda basta, y el viento subía por las callejas de piedra mojada, y acariciaba puertas y ventanas con la misma indolencia con la que gemía el Chéviro se ha muerto, el Chéviro se ha muerto, y el viento traía el retrato del Chéviro en el aliento, el retrato de un Chéviro blanco y mojado, que se había ahogado en la acequia. Y en la acequia aún flotaba su olor y su cara, y de allí la agarraba el viento con los labios y la escupía sobre las casas de tejados de pizarra gris, y el gemido el Chéviro se ha muerto, el Chéviro se ha muerto, en el oído de todos, y todo miraban entonces al aire, y en él la cara de un muchacho que desapareció, oscuridades abajo, en la acequia, y que no fue hallado hasta el tercer día, con el pecho hinchado como una pelota y los puños cerrados, y desde aquel día el viento no cesaba de repetir que el Chéviro se ha muerto, y al viento no lo acallaba nadie, y el viento seguía y seguía repitiendo su canción hasta el hastío, y era una canción incesante y monótona el Chéviro se ha muerto, el Chéviro se ha muerto y, poco a poco, la aldea se fue haciendo pequeña y pequeña, se fue estrechando a la presión constatne del viento del Chéviro, del viento del pobrecillo tonto al que nadie entendía y al que, sólo por gastarle una broma, empezaron a llamarle Chéviro, y él se reía... 
Y la aldea se desmadejaba y de vaciaba como un gran hormiguero, y la gente se iba marchando, remordida y en silencio, y se iba perdiendo entre cientos de kilómetros y se iba olvidando de la aldea, y del viento, y del Chéviro que una vez se ahogara en la acequia, y el viento fue bajando su voz, hasta que logró meterse, dueño de todo, en las casas vacías, y el el molino, y en los almacenes y tiendas, y hasta en la iglesia. 

Los gitanos aún le pudieron oír repetir: El Chéviro se ha muerto, el Chéviro se ha muerto...

domingo, 7 de xaneiro de 2018

Acibeche

 Os anaquiños de acibeche desperdiciados polos artesáns xoieiros empregábanse para facer pezas máis pequenas, que deron en utilizarse como abelorios para os traxes femininos de gala.

A música calada, a soedade sonora