mércores, 24 de maio de 2023

Doris Lessing: Canta la hierba (1950)



… la sociedad gobernada por Lobengula se regía por leyes estrictas: todo el mundo conocía los límites que no debía traspasar. Cuando alguien cometía un acto imperdonable, como tocar a una de las mujeres del Rey, se sometía con total fanatismo al castigo, que solía consistir en el empalamiento sobre un hormiguero o una hoguera, o algo igualmente desagradable. “Soy consciente de que he obrado mal -decía-. Por lo tanto, pido que se me imponga una pena”. La tradición mandaba afrontar el castigo, y no cabía duda de que había algo hermoso en ello. 

(Canta la hierba, pág. 16).

Ningún comentario:

Publicar un comentario

A música calada, a soedade sonora