mércores, 25 de xaneiro de 2023

Arrebato, de Iván Zulueta

Ángel Fernández-Santos escribió en EL PAÍS: “Arrebato es un instante oscuro del pesimismo. Es cine intrincado, insondable en algún punto de su torcido y tumultuoso recorrido. Y es, sobre todo, cine en carne viva, turbador, doloroso y elevado”. [...]

Diez años antes de Arrebato, Zulueta había rodado Un dos, tres, al escondite inglés (1969), con su antiguo profesor, amigo y productor del filme, José Luis Borau. No la pudo firmar porque no tenía el título de realizador de la Escuela de Cinematografía ni el carné del sindicato. En esta obra materializa el impacto que le produjo su viaje a Nueva York, en el que visitó la Factory y conoció a Andy Warhol, lo que lo convirtió en uno de los precursores del pop art y el glam en España.

En la década que separa sus dos largometrajes se alejó de la industria y se dedicó a rodar cortos y mediometrajes con una cámara de Super 8. Algunos los conservó su familia y otros se perdieron en una redada policial en el cine California, creyendo que se trataba de un mitin clandestino. “Hicieron registros en mi casa y como no sabían qué llevarse arramplaron con una colección de Playboy y el resto de las cintas… Allí desapareció mucho trabajo”, contó en una entrevista.

Fue en esta época cuando se enganchó a la heroína. Era una droga común en aquella época, pero Zulueta se encargó de aclarar que entró de manera consciente y voluntaria en ese mundo: “Yo a la heroína llegué muy tarde. De alguna manera, lo programé. Todo el mundo está aterrado con que un chaval de 15 años se desvíe hacia las drogas y le pase algo. Evidentemente, nadie quiere eso, pero para un adulto las drogas son una elección personal”.

Nunca llegó a abandonar el consumo de opiáceos. A mediados de los años ochenta, tras Arrebato, Zulueta ya era una leyenda viva. Se le ofrecían los productores y tenía buenos amigos dispuestos a trabajar con él. Pero nunca volvió a rodar un largometraje. Entró en colapso absoluto y pasó el resto de sus días recluido en la casa de su madre, como si el terrorífico fotograma rojo de la película le hubiera vampirizado de verdad. “En Arrebato estaba clarísimo que yo no iba a poder hacer otra película porque algunos estábamos descubriendo el cuelgue, el terrible cuelgue, la adicción”, explicó en una entrevista.

Su oscura historia fue determinante para que se colocara sobre Arrebato la etiqueta de “película más maldita del cine español”. Pero lo cierto es que a esta obra nunca le han faltado fieles e ilustres defensores. Pedro Almodóvar, que tuvo una pequeña participación en la película, aseguró que Zulueta “nunca filmó una imagen banal”. Jaime Chávarri, director de El desencanto (1976)se preguntaba qué se puede rodar después de haber dirigido una obra como Arrebato.

Artigo de Daniel Soufi en ICON (25.01.2023)

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