domingo, 5 de xuño de 2022

The last picture show

 Cuando pasó el cartel de salida del pueblo se detuvo un momento. Las grises praderas y las crestas castañas se le antojaban demasiado vacías. Él mismo se sentía demasiado vacío; tan vacío él y tan vacío el paisaje que le resultaba arriesgado continuar: podía ser que se lo llevara el viento.

La última película, Larry McMurtry, 1966

 Un pequeño cine cerrado, resistiendo el paso del tiempo en una polvorienta calle desierta, surcada por un viento infinito, es la imagen que abre y cierra La última película (The last picture Show, 1971) de Peter Bogdanovich. El viento es un elemento presente, de forma insistente, tanto en las páginas de la novela homónima del escritor y guionista Larry McMurtry, como en su espléndida adaptación a la pantalla. Un viento que acompaña las sucesivas estaciones que comprende el relato, seco y sofocante algunos meses, perturbador la mayor parte del tiempo. Su presencia, incluso de forma inconsciente, acentúa el aislamiento de Anarene, una pequeña población de Texas donde cierra el pequeño cine local, y la impresión de melancolía que parece acompañar a sus personajes. Siguiendo la estela del viento, las imágenes de La última película desprenden la imprecisa sensación que describe la novela: “No había absolutamente salvo cincuenta kilómetros de paisaje solitario. Excepto unos pocos ranchos desconchados por la arena, lo único que había que ver era una larga sucesión de crestas castañas atravesadas por el viento. Sonny se dijo que tal vez en Texas llamaban a ese fenómeno “melancolía del Norte” porque era difícil no entristecerse cuando soplaba”.

Artigo completo, aquí.

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