domingo, 28 de xuño de 2020

Soño de Agamenón


Subía la divinal Aurora al vasto Olimpo para anunciar el día á Júpiter y á los demás dioses, cuando Agamenón ordenó que los heraldos de voz sonora convocaran á junta á los aqueos de larga cabellera. Convocáronlos aquéllos, y éstos se reunieron en seguida.

53 Pero celebróse antes un consejo de magnánimos próceres junto á la nave del rey Néstor, natural de Pilos. Agamenón los llamó para hacerles una discreta consulta:

56 «¡Oíd, amigos! Dormía durante la noche inmortal, cuando se me acercó un Sueño divino muy semejante al ilustre Néstor en la forma, estatura y natural. Púsose sobre mi cabeza y profirió estas palabras: «¿Duermes, hijo del belicoso Atreo domador de caballos? No debe dormir toda la noche el príncipe á quien se han confiado los guerreros y á cuyo cargo se hallan tantas cosas. Préstame atención, pues vengo como mensajero de Júpiter; el cual, aun estando lejos, se interesa mucho por ti y te compadece. Armar te ordena á los aqueos de larga cabellera y sacar toda la hueste: ahora podrías tomar á Troya, la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes, por haberlos persuadido Juno con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza á los troyanos por la voluntad de Júpiter. Graba mis palabras en tu memoria.» Dijo, fuése volando, y el dulce sueño me abandonó. Ea, veamos cómo podremos conseguir que los aqueos tomen las armas. Para probarlos como es debido, les aconsejaré que huyan en las naves de muchos bancos; y vosotros, hablándoles unos por un lado y otros por el opuesto, procurad detenerlos.»

Ilíada II,48-75

mércores, 24 de xuño de 2020

Crónicas marcianas

La señora K miró el pálido desierto; las mellizas lunas blancas subían en la noche; el agua fresca y silenciosa le corría alrededor de los pies. Se estremeció levemente. quería quedarse sentada, en silencio, sin moverse, hasta que ocurriera lo que había estado esperando todo el día, lo que no podía ocurrir, pero tal vez ocurriera. La canción le rozó la mente, como una ráfaga. [...]

-Aquí tienes tu bufanda -insistió el señor K, alcanzándole un frasco-. No salimos desde hace meses. [...]
Del frasco brotó un líquido que se convirtió en una neblina azul y envolvió en sus ondas el cuello de la señora K.
Los pájaros de fuego esperaban, como brillantes brasas de carbón, sobre la fresca y tersa arena. La flotante barquilla blanca, unida a los pájaros por mil cintas verdes, se movía suavemente en el viento de la noche. 
Ylla se tendió de espaldas en la barquilla, y a una palabra del marido, los pájaros de fuego se lanzaron ardiendo hacia el cielo oscuro. Las cintas se estiraron, la barquilla se elevó deslizándose sobre las arenas, que crujieron suavemente. Las colinas azules desfilaron, desfilaron, y la casa, las húmedas columnas, las flores enjauladas, los libros sonoros y los susurrantes arroyuelos del piso quedaron atrás. Ylla no miraba a su marido. Oía sus órdenes mientras los pájaros en llamas ascendían ardiendo en el viento, como diez mil chispas calientes, como fuegos artificiales en el cielo, amarillos y rojos, que arrastraban el pétalo de flor de la barquilla.
Ylla no miraba las antiguas y ajedrezadas ciudades muertas, ni los viejos canales de sueño y soledad. Como una sombra de luna, como una antorcha encendida, volaban sobre ríos secos y lagos secos.
Ylla sólo miraba el cielo.
Ray Bradbury: Crónicas marcianas (p. 9-10)

luns, 22 de xuño de 2020

Julio Cortázar: La Maga y la patafísica (Rayuela)

 Con la Maga hablábamos de patafísica hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones, verse metida en casillas, que no eran las de la gente, y esto sin despreciar a nadie, sin creernos Maldorores en liquidación ni Melmoths privilegiadamente errantes. No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo, y sin embargo basta suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de la luz debe sentir como una cosquilla de privilegio. De la misma manera a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida. Era de las que rompen los puentes con sólo cruzarlos, o se acuerdan llorando a gritos de haber visto en una vitrina el décimo de lotería que acaba de ganar cinco millones. Por mi parte ya me había acostumbrado a que me pasaran cosas modestamente excepcionales, y no se encontraba demasiado horrible que al entrar en un cuarto a oscuras para recoger un álbum de discos, sintiera bullir en la palma de la mano el cuerpo vivo de un ciempiés gigante que había elegido dormir en el lomo del álbum. Eso, y encontrar grandes pelusas grises o verdes dentro de un paquete de cigarrillos, u oír el silbato de una locomotora exactamente en el momento y el tono necesarios para incorporarse ex oficio a un pasaje de una sinfonía de Ludwig van, o entrar en una “pissotiere” de la rue de Médicis y ver a un hombre que orinaba aplicadamente hasta el momento en que, apartándose de su compartimento, giraba hacia mí y me mostraba, sosteniéndolo en la palma de la mano como un objeto litúrgico y precioso, un miembro de dimensiones y colores increíbles, y en el mismo instante darme cuenta de que ese hombre era exactamente igual a otro (aunque no era el otro) que veinticuatro horas antes, en la “Salle de Géographie”, había disertado sobre tótems y tabúes, y había mostrado al público, sosteniéndolos en la palma de la mano, bastoncillos de marfil, plumas de pájaro lira, monedas rituales, fósiles mágicos, estrellas de mar, pescados secos, fotografías de concubinas reales, ofrendas de cazadores, enormes escarabajos embalsamados, que hacían temblar de asustada delicia a las infaltables señoras.

martes, 2 de xuño de 2020

Libro de José de Arimatea: Como Jose pedio a Pilatos o corpo de Jesuu Cristo

Quando soube que o salvador do mundo era morto e que aqueles que o mataram lhe querian britar as pernas e os braços, asi como soian afazer os ladrões, nom quis tanto aguardar que aqueles que o na cruz puseran que o eles decessem com suas mãos maas e çujas. 

Ante veio a Pilatos, cujo vassalo era, que ja avia sete anos que dele recebia soldade e pedi-lhe em galardão de quanto serviço lhe tinha feito que lhe desse um dom que muito pouco lhe custava. E Pilatos, que muito amava e prezava seu serviço, dissá que lhe prazia e que bem o devia aver máis rico do que o pedisse. 

E José lhe pedio o corpo de Jesuu Cristo e Pilatos lho deu como aquele que nom sabia o que dava, que ele cuidava dar um pobre pecador mas ele dava o dom de todos os dões: o Resucitador de todos os corpos. E este foi o máis rico dom que nunca no mundo foi dado. 

E pois o entendimento de Pilatos foi tal que non sabia o que dava, por isso se deve dizer máis despeito que dom. Que se ele soubera a gram alteza daquele cujo corpo dava ele, nom comparara a ele toda riqueza e todo o tisouro e senhoria do mundo. Mas José, que a gram alteza dele conhecia, foi mui ledo quando lhe o dom foi outorgado e por milhor pagado se teve que Pilatos tinha que o pagava. 

E quando veio a cruz onde Deus pendia, começou a chorar mui agremente por as mui grandes dores que sofrera e quando o deçeu com mui grandes sospiros e chorando muito, deitou-o em um moimento que fizera pera si. Depois foi a sua casa por a escudela e tomou a ele e colheu em ela tanto daquele sangue quanto ele máis pode. E depois tornou a gardar a sua casa. Por este sangue mostrou Deos muitas vertudes em terra de promisão e em muitas outras terras.

A música calada, a soedade sonora