luns, 21 de outubro de 2019

Coblianto, el egineta



Yo he visto tender [el arco] al egineta Coblianto. Era un gigante. Cuentan los de Egina que su madre tardó doce días en parirlo. Cada día nacía un poco de Coblianto. Cuando sacó los pies fuera del vientre materno, ya hablaba. 
Salió armado de arco y flecha, y las mano enarenadas. Pasaba por allí un legado del papa de Roma, y quería llevarlo de suizo, con cinco pagas dobles adelantadas. Pero Coblianto había nacido iconoclasta.

Cunqueiro: Las mocedades de Ulises (p. 62)



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A música calada, a soedade sonora