luns, 22 de abril de 2019

Álvaro Cunqueiro: Fábulas y leyendas del mar

 Un amigo que vive en una colina que vigila la muerte de un dulce y breve río en el verde mar me escribe una extensa carta. La postdata dice así: "Ayer subió el primer salmón, Lo dejé entrar".

Como un portero mayor de los ríos, mi amigo ha permitido al plateado salmón que remonte la corriente verdinegra del Masma y se pose en un recanto a desovar, quieto y aburrido, hasta que llegue la hora de emprender el regreso al fondo submarino.

Los viajes del salmón están muy estudiados. Su memoria, una memoria secular, lo trae y lo lleva siempre por los mismo caminos. El salmón se sabe la antigua geografía, la geografía de los días de la Creación, cuando el Támesis era afluente del Rin y el Avon del Loira, o, en otro lenguaje, cuando Gog y Magog eran discípulos de Sigfrido, y Shakespeare y Peguy cantaban el mismo verso... El salmón no abandona nunca el cauce sumergido de los antiguos grandes ríos ni los losos de la foces hundidas. Donde la diestra de Dios lo depositó, perpetuamente navega.

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A música calada, a soedade sonora