domingo, 23 de setembro de 2018

De Cantares galegos

Un repoludo gaiteiro,
de pano sedán vestido,
como un príncipe cumprido,
cariñoso e falangueiro,
entre os mozos o primeiro
e nas cidades sen par,
tiña costume en cantar
aló pola mañanciña:
-Con esta miña gaitiña
ás nenas hei de enganar.

Sempre pola vila entraba
con aquel de señorío;
sempre con puxante brío
co tambor se acompasaba;
e se na gaita sopraba,
era tan doce soprar,
que ben fixera en cantar
aló pola mañanciña:
-Con esta miña gaitiña
ás nenas hei de enganar.

Todas por el reloucaban,
todas por el se morrían;
se o tiñan cerca, sorrían;
se o tiñan lonxe, choraban.
Mal pecado! Non coidaban
que c’aquel seu frolear
tiña costume en cantar
aló pola mañanciña:
-Con esta miña gaitiña
ás nenas hei de enganar.

Camiño da romería,
debaixo dunha figueira,
canta meniña solteira
“Quérote”, lle repetía…!
E el ca gaita respondía
por a todas emboucar,
pois ben fixera en cantar
aló pola mañanciña:
-Con esta miña gaitiña
ás nenas hei de enganar.


mércores, 19 de setembro de 2018

Ylla




 Tenía el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. 

A la tarde, cuando el mar fósil  yacía inmóbil y tibio, se podía ver al señor K, en su cuarto, que leía un libro de metal con jeroglíficos en relieve sobre los que pasaba suavemente la mano, como quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y arañas eléctricas.
Ray BRADBURY: Crónicas marcianas (capítulo II)

luns, 17 de setembro de 2018

Lorca: Soneto de la dulce queja

Herbert List: Pola mañá  (Atenas, 1937)

 Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío.

No me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.

mércores, 5 de setembro de 2018

Isabel Bono: "Nadie dijo que escapar fuera fácil"



aprendíamos sin querer
a vivir con lo puesto
la piel las uñas los sentidos

con los años aprendimos
a vivir con lo impuesto
el miedo el dolor la pena


A música calada, a soedade sonora