sábado, 4 de marzo de 2017

Homero

 Homero nació en el año 1102 a. C., en una de las siete ciudades que se disputaron la gloria de ser su patria: Ítaca, Esmirna, Quíos, Colofón, Pilos, Argos y Atenas. Era hijo de Cretéis, una jovencita imprudente que quedó embarazada no se sabe de quién. Después del nacimiento de Homero su madre se casó con Femio, famoso bardo que dirigía una escuela poética, y que aparece en la Odisea, quien le enseñó el oficio de poeta; a la muerte de su padrastro, Homero le sustituyó al frente de la escuela, hasta que decidió dedicarse a viajar, y visitar, entre otros lugares, Iberia. A su regreso a Grecia contrajo una enfermedad en los ojos, que al poco tiempo le provocó la ceguera. Entonces decidió dedicar­ se exclusivamente a la poesía, y se casó y tuvo dos hijas. Compuso un buen número de poemas, entre ellos:

  • Foceida
  • Cércopes
  • Batracomiomaquia
  • Psaromaquia
  • La cabra siete veces trasquilada
  • El canto del mirlo · Ilíada
  • Odisea
  • El horno
  • La canción del mendigo
A su muerte fue enterrado en la isla de Ios. Esto es lo que cuenta la más antigua de sus biografías, atribuida falsamente a Heródoto. Según afirmaba Heráclito, murió durante un viaje, de pena y de rabia por no ser capaz de resolver el enigma que le habían planteado unos pescadores, a los que el poeta invidente había preguntado si habían pescado algo. La respuesta vino en forma de acertijo: “Los que pillamos los tiramos, los que no pudimos atrapar nos los llevamos”. (Solución: los piojos).
Según otra leyenda, citada por Eustacio de Tesalónica, Homero sería egipcio, o había estudiado en Egipto; allí, en el templo de Hefesto en Menfis, habría encontrado los poemas sobre la guerra de Troya y sobre el regreso de Ulises que había escrito la poeta egipcia Phantasia y que había confiado al cuidado de los sacerdotes del templo. Homero convenció a los sacerdotes de que le hicieran una copia de los poemas y los adaptó para escribir la Ilíada y la Odisea. Según otras fuentes, Homero era hijo de Telémaco, y nieto por tanto de Ulises...
Es decir: que, al igual que nosotros, los antiguos no sabían nada de Homero. Lo que sí es cierto es que, fuera quien fuera su autor, la Ilíada y la Odisea, transmitidas oralmente por los rapsodas, alcanzaron pronto gran popularidad. Ya en el siglo viii a. C. ambos poemas eran venerados por los griegos como la síntesis de la sabiduría divina y humana. Como eran recitados en las fiestas públicas de Atenas, el legislador Solón dispuso en el siglo vi a. C. que la recitación se hiciera siguiendo el orden del asunto; y su sucesor Pisístrato hizo escribir las versiones de cada rapsoda, las comparó entre ellas y estableció un texto único. Lo cual no evitó que continuaran las incertidumbres sobre el autor. Ya en la época alejandrina se sospechó que la Ilíada y la Odisea podían ser obras de autores distintos. 
La polémica resurgió con fuerza a principios del siglo xix, tras la publicación de los Prolegomena ad Homerum (1795), del filólogo alemán Friedrich August Wolf, quien sostuvo que ambas epopeyas se habían formado a partir de poemas orales menores compuestos en épocas diferentes por distintos aedos y que fueron refundidos en un solo texto con posterioridad. La discusión sigue viva. Homero pudo haber sido el autor de la Ilíada y la Odisea; o quizá solo de una de ellas (según Samuel Butler, por ejemplo, la Odisea habría sido escrita por una mujer); o únicamente el recopilador de ambos poemas, o quizá solo de uno de ellos; o a lo mejor ni siquiera existió. Que no le hizo falta haber existido para ser el más grande poeta de todos los tiempos.

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