sábado, 12 de marzo de 2016

Aleixandre & Bousoño

 Algunos de los versos de Vicente Aleixandre cobran nuevo significado.

 Por ejemplo, poemas como 'Los besos', que arranca así: "No te olvides, temprana, de los besos un día. / De los besos alados que a tu boca llegaron". 

Emilio Calderón publica esta semana la primera biografía del Nobel, titulada, precisamente, 'La memoria de un hombre está en sus besos', y en ella se habla por primera vez sin tapujos de la homosexualidad de este miembro de la generación del 27.

"Hasta ahora una guardia pretoriana a su alrededor había ocultado esto pensando que le hacían un favor", ha declarado el autor. De esta forma, el libro, galardonado con el II Premio Stella Maris, cuenta sin ambages su relación con amantes como su mecanógrafo Jesús Bocanegra, José Manuel García Briz y, especialmente, Andrés Acero. Pero, quizás, lo más novedoso sean los datos que arroja sobre la naturaleza de su relación con el poeta asturiano Carlos Bousoño, al que comenzó a frecuentar en 1948, aunque éste se casara con una alumna puertorriqueña.

Calderón ha logrado tener acceso al epistolario entre ambos, en el que queda claro el amor que el Nobel sintió por Bousoño. Un ejemplo es esta misiva fechada en marzo de 1948. "Otro día. Otro día hacia ti. Qué impaciente estoy. Esperándote te escribo. Qué bonito estás Carlitines. Qué guapo y dulce para mi amor. Has entrado en mi cuarto; es de noche, como cuando cenaste aquí y nos vinimos a esta habitación, y yo me acosté y tú sentado en el borde de la cama reclinaste tu cabeza de niño sobre mi pecho. ¿Te acuerdas? ¡Cómo nos mirábamos! Yo creo que fue el día más feliz de mi vida, aunque el día de nuestro desposorio fue aún más por ser el más sagrado. ¡Qué verdadera mística es el amor! ¿Te acuerdas de aquellas horas, en el cuarto, mirándonos, besándote, sonriéndonos, fundiéndonos?".

Amigos de Aleixandre como Jaime Gil de Biedma o la académica Carmen Conde fueron testigos del amor que el Nobel sintió por Bousoño. A él le dejó su archivo personal. De hecho, antes de que éste muriese, su mujer, Ruth, quiso venderlo por cinco millones de euros. La sobrina de Aleixandre lo reclamó pero los tribunales fallaron a favor de los Bousoño. Así que siguen a la venta. Poca gente sabe qué más pasiones y secretos pueden guardar esos papeles.

Ningún comentario:

Publicar un comentario

A música calada, a soedade sonora